Las diferencias generacionales son un desafío real en los sitios de trabajo, especialmente cuando nos encontramos la generación X con centennials o generación Z. Mientras los más veteranos hemos crecido valorando la resiliencia y la estabilidad, los más jóvenes priorizan su bienestar y no temen alzar la voz o hacer ciertos sacrificios por defenderlos ¿Cómo podemos encontrar un punto medio?
A muchas personas de mi generación (los nacidos entre 1965 y 1980) les cuesta mucho entender y, por lo tanto, trabajar con los centennials, generación Z, o quienes nacieron entre 1997 y 2010 aproximadamente. Aunque hay muchas razones por las que sucede esto, una de las principales es porque diferimos mucho en la forma en que percibimos el mundo.
La generación Z es nativa digital, lo cual quiere decir que han crecido, se han desarrollado y han sido educados utilizando herramientas digitales, a diferencia de nosotros, la generación X, que hemos vivido la transición tecnológica con todo lo que ello implica.
Aunque entre sus virtudes están su capacidad autodidacta, el valor que le dan a la diversidad, la integridad e igualdad, así como su entusiasmo por emprender y la habilidad que tienen para practicar diferentes actividades con el enfoque necesario para desarrollar las habilidades mínimas para realizarlas, también es cierto que son una generación acostumbrada a alzar la voz y manifestar lo que no les agrada. Esto difiere con el estilo de otras generaciones que vemos la resistencia y la resiliencia como un valor fundamental.
Eso representa un choque importante, no solo por lo ya mencionado, sino también porque para muchos esa actitud de defensa y poca resiliencia se ha llevado a extremos que a veces sobrepasan algunos límites. De ahí su mala reputación laboral con personas de la generación X e incluso con algunos millennials. La prueba está en que medios como Intelligent.com han encontrado que una de cada seis empresas en Estados Unidos hace todo lo posible por no contratar a recién egresados, ya que los consideran personas poco comprometidas, inestables y con comportamientos impredecibles.
Es un hecho que las generaciones más longevas siempre van a tener ciertas resistencias a los paradigmas que plantean las más jóvenes y sería un error no reconocer que incluso podemos ser inflexibles en ciertas formas de pensar y actuar. En el caso de la generación Z, la brecha que pueden llegar a tener sus miembros con personas de la generación X e incluso con algunos millennials es importante, ya que constantemente están desafiando las normas establecidas, especialmente las más tradicionales, lo cual se hace mucho más evidente en el entorno laboral.
Uno de los aspectos laborales en donde hay más choque es en la priorización del bienestar personal y el equilibrio entre la vida personal y el trabajo. Mientras que para los centennials el trabajo no es solamente su fuente de ingresos, sino un espacio divertido en donde, por norma general, debe existir valor y respeto reflejado en un máximo de horas de trabajo al día, por ejemplo, para una persona de la generación X eso puede ser percibido como una falta de compromiso y responsabilidad.
Uno de los retos más grandes a los que nos enfrentamos actualmente en los entornos laborales es tratar de encontrar un punto de equilibrio en donde todos nos sintamos cómodos y podamos crear equipos colaborativos en los que se respeten los diferentes enfoques. En mi experiencia, he logrado encontrar esos puntos de equilibrio con mis equipos sin que eso signifique que no existan desafíos que enfrentar. Sin embargo, el secreto es construir día a día espacios de entendimiento e ir generando confianza mutua.
Deja una respuesta